Entrevista a Giuseppe Guerini, presidente del CECOP y portavoz de Economía Social del Comité Económico y Social Europeo

– Estimado Sr. Guerini, en los últimos años, y después de mucho tiempo de lucha por parte del sector de la economía social, la Unión Europea y el planeta en su globalidad se han dotado de una serie de normativas marco que reconocen, impulsan y fomentan las cooperativas y la economía social. Me estoy refiriendo a resoluciones como el Plan de Acción Europeo de la Economía Social, la Recomendación del Consejo de la UE, la Resolución de la ONU sobre economía social y desarrollo sostenible, o las resoluciones de la ONU y otros organismos internacionales como la OIT sobre el fomento de las cooperativas. Han pasado ya algunos años de la aprobación de toda esta normativa ¿En qué situación diría usted que se encuentra la aplicación y el desarrollo de estos documentos?

– Los resultados que hemos alcanzado en los últimos años para el reconocimiento de la economía social en las instituciones internacionales trazan un camino que alcanzó su culmen con la Recomendación de la Comisión Europea y del Consejo, precedida por la declaración de las Naciones Unidas, de la OIT, hasta la proclamación de este 2025 Año Internacional de las Cooperativas.

Una especie de alineación de los planetas a nivel institucional e internacional que, sin embargo, aún carece de una infraestructura de consolidación intermedia y su implementación concreta.

La economía social es fuerte y está arraigada en sus expresiones concretas y cotidianas en las comunidades locales, cercanas a las necesidades de la gente, es una economía extendida y próxima que sustenta la calidad de vida concreta y la economía real.

Por encima de estas raíces tenemos un cielo de reconocimientos que, como los planetas alineados o las estrellas del firmamento, son hermosos de contemplar, pero entre la dimensión de lo concreto y la de la contemplación todavía hay mucho que trabajar para hacer crecer el árbol que une las raíces y el cielo estrellado.

En este momento, por tanto, la mayor preocupación es que las instituciones se sientan “liberadas de toda responsabilidad” porque pueden afirmar haber hecho mucho en términos de reconocimiento, y por tanto trasladen ahora todas las responsabilidades sobre nosotros.

Es necesario por ello insistir en un seguimiento concreto de la implementación de los planes de acción. Y esto nos anima a impulsar también la adopción de Planes Nacionales de Economía Social en todos los Estados miembros de la Unión, pero también debemos fomentar planes de acción locales tanto en las zonas urbanas como en las rurales, desarrollando el potencial de la economía social para el desarrollo local y la innovación social.

– Entretanto, el marco político parece estar dando un vuelco, y no solo en EEUU. Nos encontramos con una nueva Comisión Europea más centrada en cuestiones de defensa y de rigor presupuestario, y menos en la cuestión social. Una de las consecuencias es la desaparición de la Unidad de Economía Social de la DG Grow ¿qué opina usted de esta decisión de la Comisión Europea? 

– Es necesario un enorme compromiso para poder mantener estas adquisiciones, por una parte, y por otra evitar un retroceso como en cierto modo corre el riesgo de hacer Europa, concentrando su compromiso con la economía social en el perfil de inclusión y cohesión, arriesgándose en cambio a perder de vista la dimensión empresarial y de transformación económica que tiene la economía social.

Desde este punto de vista, es necesario considerar que, de hecho, a lo largo de todo el proceso de reconocimiento institucional internacional, siempre ha prevalecido la dimensión social y luego se ha consolidado y fortalecido la dimensión relativa al desarrollo inclusivo. Esto es muy importante y hermoso, pero también encierra el riesgo de seguir marginándonos, como si nos dijeran que debemos ocuparnos de las pequeñas economías. Ello implica que cuando está en juego el gran destino de la Economía y de los grandes negocios, a nosotros se nos reconoce sólo por nuestra función social o por el desarrollo sostenible. Al mismo tiempo vemos que la Comisión Europea, totalmente centrada en la defensa y el rearme, parece querer retroceder en el ámbito de la economía sostenible y la economía social.

– ¿Cómo se está organizando entonces la Comisión Europea en lo relativo a la economía social?

– En la reorganización de la Dirección General parece que todas las funciones relativas a la Economía Social se están trasladando de la DG Grow a la DG Empleo y Asuntos Sociales.

En el programa político de la Comisión Europea ha desaparecido cualquier referencia al Plan de Acción para la Economía Social. Muchos títulos de referencia de los nuevos Comisarios han cambiado, mientras que la Política Industrial Europea se reparte entre varios Comisarios.

Por supuesto, celebramos que la vicepresidenta ejecutiva Roxana Mînzatu se haya hecho cargo de las competencias para la Economía Social, pero al mismo tiempo lamentamos que esta haya desaparecido de la Dirección General de Crecimiento.

Si bien el Pilar Europeo de Derechos Sociales fue una referencia importante para las políticas de empleo y para la economía social durante la legislatura anterior, ahora parece haberse reducido.

La Estrategia Industrial Europea, con sus 14 ecosistemas, está fragmentada. La nueva Comisión Europea no ha identificado a un Comisario específicamente responsable de perseguir estos objetivos, y estas políticas se reparten entre al menos ocho Comisarios diferentes. Esta es una decisión que en mi opinión no tiene sentido.

– Numerosas empresas, sobre todo multinacionales y tecnológicas, están abandonando programas de sostenibilidad, de igualdad, diversidad o responsabilidad social corporativa, arrastrados por el discurso de Trump ¿cree usted que igualmente en el contexto actual las instituciones europeas están abandonando o al menos “relajando” sus objetivos de sostenibilidad?

– Sí, lamentablemente ha llegado una ola de arrepentimiento por parte de los líderes europeos sobre cuestiones climáticas y ambientales, y es sorprendente cómo los mismos líderes que hace cinco años proclamaron la inevitabilidad de la opción promovida con el “pacto verde” hoy se hayan reposicionado en una conversión que parece querer complacer todas las resistencias y polémicas alimentadas por quienes niegan el cambio climático y la necesidad de una transición sostenible también en el plano de la justicia social.

Veo un fuerte regreso de una vieja política que apoya la necesidad de crecimiento económico pero sin progreso social.

Veo el regreso de una ideología predominante que proclama la necesidad de aumentar la competitividad y la productividad destruyendo toda atención a la dimensión de la sostenibilidad.

Estamos ciertamente orgullosos y reconocemos que el papel de la economía social en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, tal como lo reconocen las Naciones Unidas, es fundamental; igualmente estamos convencidos de que, como lo ha reconocido la OIT, tenemos un papel importante en la creación de empleo decente, en la economía del cuidado y en la inclusión social, y que somos un poderoso agente de innovación social… pero más allá de todo esto debemos con mayor fuerza y determinación lograr el reconocimiento de nuestra función integral en la Economía y en la arquitectura institucional y jurídica, que coloque a las organizaciones de la economía social al mismo nivel de los actores que contribuyen al progreso y la prosperidad de las naciones.

– Por otra parte, preocupan y mucho las tensiones comerciales que se han desatado también con la nueva administración Trump ¿qué escenario baraja usted al respecto desde el CECOP y desde el CESE? ¿En qué medida pueden afectar los aranceles a las cooperativas y la economía social europea?

– Todos tenemos el reto de contribuir a una mayor competitividad y nuestras cooperativas están listas para desempeñar su papel. Sin embargo, es crucial aclarar que, para nosotros, la competitividad no se reduce a una dinámica de competencia de mercado. Hoy en día, la competitividad es multidimensional y no se limita a la afirmación de una empresa sobre otra, sino que incluye la dimensión de las comunidades locales, las habilidades de las personas, los sistemas políticos y los sistemas sociales.

La economía social siempre ha sido consciente de que la competitividad sin la calidad de vida de las personas implica una ley de la selva salvaje. ¡El grande se come al pequeño!

Si Europa no quiere verse abrumada, debe elegir el camino de la competitividad que prioriza a las personas por encima de los beneficios, y los valores de la democracia y la participación que han contribuido al éxito del mercado europeo.

La economía social puede desempeñar un papel estratégico para mantener la competitividad y, al mismo tiempo, fortalecer la democracia económica en todos los sectores económicos e industriales: Energías renovables; Cadenas de valor industriales ligadas al territorio; Soberanía de datos e independencia estratégica; Regeneración industrial; Cultura e industria creativa; Sostenibilidad y cuestiones medioambientales.

Lo que nosotros apoyamos, y se demuestra en el modo en que operan las entidades de la economía social, es que hoy en los países avanzados la cohesión social, la justicia económica y la equidad, la prosperidad compartida son parte fundamental de la competitividad de una región. En este sentido, creo que Europa no debería perseguir el modelo competitivo de Estados Unidos y China, sino recuperar su vínculo fundamental con la economía social de mercado, que aseguró el desarrollo del continente europeo después de la Segunda Guerra Mundial.

– Todo esto en un marco que ya estaba en marcha de Transición Verde y Digital

– En efecto, se requieren inversiones masivas para lograr una doble transición hacia lo verde y lo digital, y las entidades de la economía social no se basan en un alto ratio de capital, sino en la participación colectiva. Por lo tanto, es necesario centrarse en la implicación y la participación en formas generalizadas de inversión para aumentar la capacidad de crear una masa crítica de inversión.

Un ejemplo extraordinario de participación ciudadana para invertir en energías renovables y, por consiguiente, en la descarbonización, se encuentra en las comunidades energéticas cooperativas. Es un ejemplo muy significativo, ya que la cantidad de electricidad producida por pequeñas centrales eléctricas ha contribuido de forma extraordinaria a la reducción de gases de efecto invernadero en Europa.

Solicito que, en el marco de la próxima iniciativa ‘Unión del Ahorro y la Inversión en la UE’, la Comisión esté disponible para evaluar propuestas para implementar formas específicas de apoyo a las nuevas inversiones desarrolladas por el ecosistema de la economía social.

– El Comité Económico y Social Europeo (CESE) está seguro muy pendiente también de la cuestión política que afecta a nuestros países. Frente a las actuales incertidumbres ¿Qué papel está desempeñando actualmente el CESE en el fomento del Cooperativismo y de la Economía Social?

– El CESE ha desempeñado un papel muy importante en los últimos años en el proceso de reconocimiento de la economía social, aportando más de 30 dictámenes que han mencionado directamente a la economía social, abordando tanto el proceso completo de impulso de la iniciativa de 2011 sobre emprendimiento social como las acciones más recientes del Plan de Acción y la Recomendación.

Entre las opiniones más recientes me gustaría mencionar los trabajos realizados en materia de ayudas estatales, sobre fiscalidad y regulación fiscal de las empresas de la economía social y sobre la regulación de los mercados públicos. Además, actualmente se está elaborando un dictamen sobre el papel de las cooperativas en el sistema industrial europeo.

Ahora el reto más importante será situar la economía social en el contexto de las nuevas agendas políticas europeas, precisamente para evitar que el furor de la competitividad incondicional se apodere de ella de manera excesiva.

– La economía social se estima que proporciona más de 11,5 millones de empleos remunerados en el conjunto de la Unión Europea, lo que representa más del 5% de la población activa total. ¿Cómo valora usted el papel actual del cooperativismo y la economía social como tercer pilar que equilibra nuestra economía?

– El sistema cooperativo ha generado un esfuerzo por implementar el trabajo decente, como el estatus de los socios trabajadores en cooperativas de trabajadores y cooperativas sociales. Hay muchos ejemplos, entre ellos en los últimos años se ha desarrollado un fenómeno muy interesante en torno a las cooperativas de plataforma, que representan una alternativa a la “uberización” de la economía digital, proponiendo un modelo descentralizado, participativo y democrático para la transición digital en el mercado laboral.

Para mantener la visión del movimiento cooperativo de un desarrollo económico justo y ético para garantizar un futuro brillante y empleos gratificantes, más autonomía y participación para los trabajadores, las cooperativas deben adaptarse al enfoque de los cambios sobre la economía digital, la gestión de datos, las tecnologías DLT, blockchain y la IA.

En muchos casos demuestran un alto nivel de innovación en la creación de nuevos empleos y relaciones laborales.

Se han creado algunas cooperativas para apoyar y fortalecer las actividades económicas de productores autónomos o empresarios de la economía informal, a través de diversas formas de servicios compartidos.

A través de las cooperativas, los productores autónomos y los empresarios de la economía informal pueden disfrutar de diversos servicios que no estaban disponibles para ellos debido al pequeño tamaño de sus empresas y a la falta de acuerdos formales aplicables.

– ¿Cuáles serían según usted las necesidades más urgentes del sector en la actualidad y qué solución podría darse para satisfacerlas?

– En los debates sobre los problemas de la economía informal relacionados con el trabajo y el empleo, han llamado especial atención varias categorías de trabajadores que se encuentran en situaciones vulnerables. Entre ellos están los recicladores, los trabajadores domésticos, los trabajadores inmigrantes, los vendedores ambulantes, los del transporte, trabajadores basados en determinados sectores privados y proveedores de servicios sociales.

Con el crecimiento de las plataformas digitales y con el deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores de plataformas, se necesitan nuevos modelos de negocio y acciones legales para garantizar condiciones laborales dignas.

Las cooperativas son particularmente adecuadas para apoyar la participación inclusiva en la gobernanza de las plataformas digitales. Las plataformas cooperativas fomentan una mayor diversificación económica y promueven la democracia económica fomentando la propiedad colectiva de los servicios digitales, los datos y las infraestructuras tecnológicas.

Es necesario saber captar el potencial de innovación, uniendo las fortalezas y valores del movimiento cooperativo, con la idea de intentar ser protagonistas del cambio, so pena de correr el riesgo de quedar rezagados de las nuevas economías digitales.

Las relaciones de confianza, propias de la mutualidad cooperativa, deben convertirse en nuestro medio para tener una ventaja competitiva y poder alcanzar la innovación social y una “mutualidad digital” en el futuro para una economía más sostenible y democrática.

– Nos encontramos en la celebración del XX Congreso Internacional de Investigadores en Economía Social de CIRIEC-España. Como ha podido comprobar, la economía social, además de sus agentes, cuenta con numerosos investigadores académicos que la estudian profundamente y que realizan propuestas para su mejor desempeño. Dichos investigadores están unidos en redes que, como la de CIRIEC, reúnen a centenares de personas ¿Qué opina usted del colectivo académico de expertos en economía social en la UE?

– Las empresas de la economía social, incluidas las cooperativas, son empresas que viven de la capacidad de hacer, de vivir relaciones concretas y de pensar continuamente. Pero como sabemos, pensar requiere esfuerzo y compromiso, y por tanto debe ser intencional y debemos decidir perseguirlo. A veces me preocupa que, por el contrario, se esté aflojando el vínculo entre la economía social y el pensamiento científico y por eso vuestro Congreso representa un faro luminoso.

Sin embargo, existe una gran historia de cercanía entre el pensamiento cooperativo, la dimensión del conocimiento y la capacidad de construir pensamientos y teorías refinadas.

En el origen del movimiento cooperativo y también de la economía social encontramos una gran proximidad al pensamiento filosófico, económico y muchas veces pedagógico. La economía social tiene una postura y una actitud educativa.

Desde las lecciones de economía civil de Antonio Genovesi en el siglo XVIII hasta las teorías de Barth-Charles Dunoyer sobre la economía social en el siglo XIX y luego desde Robert Owen hasta Paulo Freire pasando por Raiffeisen y Dewey. Son inspiradores del movimiento cooperativo que fueron grandes pensadores y teóricos refinados, pero también activistas de la cooperación y de la economía social. Uno economista, otro pedagogo, otro filósofo… todos capaces de unir pensamiento y acción.

Creo que deberíamos hacer un esfuerzo mayor para consolidar esta relación entre investigación científica, universidad y economía social, tal y como lo estáis haciendo en CIRIEC y aquí en España.

A nivel europeo, el plan de acción propone precisamente reforzar el vínculo entre capacidades, habilidades, conocimientos e investigación mediante la implementación de relaciones entre el sistema académico y la economía social. Así es como se han logrado avances en términos de estadísticas oficiales y recopilación de datos.

– Desde las universidades se está llevando a cabo un esfuerzo también por incluir la economía social en distintos currículos y como formación específica. Hay ejemplos notables como los de las universidades integradas en la Red ENUIES, de Centros e Institutos de Investigación en Economía Social ¿Cómo podríamos conjuntamente aumentar la presencia de la economía social en los planes de estudio de las universidades y en los distintos niveles de educación obligatoria?

– Creo que es necesario hacer más a nivel de las redes europeas e internacionales de investigación académica sobre economía social. Ustedes en España están haciendo cosas muy interesantes y CIRIEC-España me parece líder en la agregación de conocimiento.

En Europa ha aumentado el número de universidades que ofrecen cursos de especialización, másteres y escuelas de formación avanzada. Sin embargo, carecemos de formación básica en economía social. Sigue siendo un sector especializado y nicho. Las universidades rara vez incluyen la economía social, la economía cooperativa, el derecho cooperativo y las técnicas empresariales participativas entre las materias fundamentales de sus carreras. Es incluso difícil para un profesor universitario hacer carrera académica investigando sobre estos temas.

Es necesario entonces un esfuerzo extraordinario para tejer una red internacional que aúne fuerzas y dé mayor visibilidad a las múltiples iniciativas que están ampliamente distribuidas entre muchos centros universitarios. Pienso que también sería necesaria una inversión coordinada de las redes que representan a las organizaciones de la economía social para fortalecer las redes de construcción de conocimiento sobre la economía social.

La Economía Social reclama también desde hace tiempo la disponibilidad de estadísticas fiables, homogéneas y permanentes sobre el sector en la UE y en cada uno de sus países. El CESE, con la colaboración del CIRIEC, ha realizado estudios periódicos que la cuantifican y que, al mismo tiempo, sacan a relucir la dificultad persistente de recabar datos en este ámbito ¿cuáles serían para usted las mejores medidas para avanzar en este terreno y para dotarnos de bases de datos consolidadas de la economía social?

– Sí, los tres estudios realizados por el CIRIEC en colaboración con el CESE han sido de gran importancia para allanar el camino. Ahora la Comisión Europea también ha dado un paso adelante importante en términos de estadísticas y recopilación de datos, como lo demuestra el informe reciente realizado por CIRIEC y EURICSE por encargo de la Comisión, que comparó los resultados de la economía social a nivel europeo.

Es importante que los planes de acción nacionales requeridos por la Recomendación den seguimiento a la construcción de sistemas de detección y censo de datos estructurales de la economía social. Algunos países ya lo están haciendo con resultados interesantes, esperamos que otros sigan su ejemplo y sobre todo debemos insistir en que la Comisión Europea dé continuidad permanente a estas recopilaciones de datos, para que no se limiten a ser iniciativas puntuales.

-Por su parte, la Economía Social española se ha distinguido en los últimos años por su tamaño, impulso y buenas prácticas, y también por ostentar muchos de los puestos de representación del sector en la Unión Europea, sobre todo la presidencia de la máxima entidad representativa, Social Economy Europe (SEE). De lo que usted conoce de la economía social española ¿qué valoración realiza de la misma y de sus representantes?

– No cabe duda de que España ha sido el país líder en el reconocimiento y desarrollo de la Economía Social a nivel europeo en los últimos años. Tanto en el liderazgo de las redes representativas como en el extraordinario trabajo realizado por Juan Antonio Pedreño y Víctor Meseguer, que han transformado Social Economy Europe de una coordinadora de asociaciones de la “burbuja de Bruselas” a un auténtico movimiento europeo de la economía social.

España ha sido un referente europeo a nivel institucional y político, tanto por ser el primer país de la Unión en adoptar una Ley de Economía Social, en 2011, como por su postura fuerte y convencida del camino que durante la presidencia rotatoria de la UE condujo a la adopción de la Recomendación sobre la Economía Social. Hemos tenido por tanto una gran inspiración desde España para el futuro de la economía social y las cooperativas en Europa y en el mundo.