Ejemplos de éxito de la economía social en la historia: las lecherías cooperativas danesas

por Francisco J. Medina-Albaladejo
IUDESCOOP y Departamento de Análisis Económico, Universitat de València
La cooperativa sueco-danesa Arla Foods es actualmente una de las principales corporaciones multinacionales en la producción y distribución de productos lácteos en Europa y el Mundo. Integrada por más de 12 mil socios ganaderos y aproximadamente 20 mil empleados, es el resultado de múltiples procesos de fusión de diferentes empresas cooperativas del sector a lo largo del tiempo. No obstante, sus orígenes se remontan a la formación de las primeras cooperativas lácteas de ambos países durante la década de 1880[1]. Sin duda, esta empresa constituye un buen ejemplo de que el cooperativismo puede ser una fórmula de éxito empresarial, eficiente en su funcionamiento y fuertemente competitivo en los mercados internacionales.
Sin embargo, dicho éxito no se explica únicamente por las estrategias desarrolladas por la empresa en los últimos años, sino que hunde sus raíces en el tiempo y responde al buen desarrollo general del cooperativismo agrario en los países escandinavos desde la segunda mitad del siglo XIX. Es decir, que la historia nos puede dar algunas claves para entender mejor este caso de éxito cooperativo y su aplicación en otros países hoy día.
En este contexto, especialmente destacado y bien estudiado desde un punto de vista histórico es el caso de las lecherías cooperativas danesas, uno de los principales ejemplos de éxito del cooperativismo agrario en el largo plazo. La historiadora de la economía danesa Ingrid Henriksen, con la ayuda de diversos coautores (Paul Sharp, Markus Lampe, Kevin O’Rourke…), ha estudiado durante años los factores del éxito danés frente a otros países donde los resultados no fueron tan positivos en el mismo sector, como Irlanda o Bélgica. Dichos autores descubrieron que las lecherías cooperativas eran más productivas que las sociedades de capital, constituyendo una buena muestra de ello el hecho de que a principios del siglo XX el 80% del total de vacas lecheras danesas suministraban su producto a las cooperativas, y no a las empresas capitalistas.
¿A qué se debió este éxito? En primer lugar, debe ser destacado el papel de las cooperativas como instituciones formales, junto con otros factores como el elevado nivel educativo y cohesión de sus asociados, una adecuada legislación y su orientación hacia los mercados internacionales. Las lecherías cooperativas danesas, con la escasa tecnología existente en ese momento para conservar un producto muy perecedero como la leche y para disponer de una información adecuada sobre el funcionamiento del mercado, se erigieron como la fórmula óptima para evitar la excesiva dependencia de los pequeños productores ganaderos con respecto a la industria agroalimentaria, así como problemas derivados de la desigual información de la que disponían unos y otros sobre el funcionamiento del mercado. Es decir, que las cooperativas permitieron que el pequeño ganadero tuviera una mejor información y, especialmente, un mayor poder de negociación a la hora de comercializar su producto frente a las grandes empresas del momento[2]. La unión hace la fuerza.
Además, estos pequeños productores lecheros, gracias a su integración en cooperativas, comenzaran a orientar su producción a los mercados internacionales, así como a aplicar procesos industriales para producir alimentos de mayor valor añadido (especialmente mantequilla), aumentar su escala de producción y desarrollar innovaciones tecnológicas que mejoraron en gran medida los rendimientos y la productividad del sector[3]. De hecho, las lecherías cooperativas danesas se especializaron en la producción de mantequilla para la exportación, especialmente al mercado británico, actividad en la que este país se convirtió en líder a nivel mundial en esos años. Está sólidamente documentada la importancia de estas sociedades en la modernización tecnológica del sector lácteo en el país escandinavo, especialmente por la implantación de los separadores de crema, lo que confirió una fuente de ventaja competitiva y de adaptación al mercado internacional, teniendo en cuenta que el éxito de estas entidades dependió en gran medida de su orientación hacia el exterior.
¿Y por qué en Dinamarca? ¿Por qué no ocurrió en otro país con condiciones similares? Para responder a estas cuestiones los autores que han estudiado este caso destacan especialmente la importancia de la cohesión social y la formación de capital humano en el medio rural danés, es decir, el buen nivel de educación y los fuertes intereses en común de los ganaderos en un país socialmente muy homogéneo. Esto ayudó a que supieran interpretar y responder de manera adecuada a los incentivos y al contexto económico del momento, absorbiendo y transmitiendo todo un sustrato de conocimiento sobre el funcionamiento del mercado o la importancia de la tecnología que fue clave para su éxito. Todo ello evitando uno de los principales problemas del cooperativismo: la aparición de comportamientos oportunistas y de conflictos de intereses entre sus socios, debido a la elevada cohesión y homogeneidad social existente en este caso. De hecho, en otros países se ha visto que bajos niveles de capital humano o de cohesión social impedían la difusión de la información, el buen funcionamiento de estas sociedades o, incluso, la propia participación de los ganaderos en las cooperativas, ya que éstas requerían estar alfabetizado para poder comprender y participar de forma activa en su gestión[4]. Se ha de tener en cuenta que la difusión del cooperativismo también supuso la aplicación generalizada de las prácticas contables en el sector ganadero danés, siendo los mismos socios lo que debían de llevarla a cabo en cargos que rotaban cada pocos años[5]. La importancia de la educación y la cohesión social en la formación y desarrollo del cooperativismo también se ha podido constatar en otros casos. Por ejemplo, en las lecherías cooperativas irlandesas, donde el conflicto político y la heterogeneidad de intereses parece que fue uno de los factores para entender su fracaso frente a la homogeneidad social danesa[6]. También destaca el de las cooperativas de consumo, agrarias o de crédito españolas, pero eso es un tema que se tratara de manera específica en otra entrega de “La Economía Social en la Historia”.
Sin embargo, Henriksen y compañía matizan que todos estos factores no son suficientes para explicar en su totalidad dicho éxito, y que otras explicaciones de tipo institucional también entraron en juego. Por ejemplo, la ayuda del Estado y el sistema legal danés, no tanto por el apoyo directo a estas entidades, sino por su papel a la hora de crear unas adecuadas “reglas del juego” (normas, derechos de propiedad, contratos) y por diseñar unos eficientes mecanismos de control y aplicación de dichas reglas. Especialmente destacado es el caso de los contratos que vinculaban a los socios con sus cooperativas, cuyas condiciones se controlaban de manera eficaz por parte del sistema legal danés para su correcto cumplimiento, evitando así los mencionados comportamientos oportunistas de los cooperadores. También existían normas informales basadas en la tradición, la cultura y la costumbre que tuvieron una importancia destacable, ya que permitían supervisar y hacer cumplir las condiciones de los contratos firmados entre cooperativas. Esto creó una jurisprudencia complementaria que ayudó a evitar y resolver de manera más adecuada los conflictos existentes[7]. Toda esta seguridad jurídica ayudó en gran medida a la difusión y buen funcionamiento del cooperativismo agrario danés, al contrario que en otros países como Irlanda, donde la escasez de normas que regularan su funcionamiento hizo que las cooperativas se desarrollaran poco en su sector lácteo, donde alcanzaron un peso reducido, y que no fueran capaces de competir con el sector privado[8].
Además, se ha demostrado que las lecherías cooperativas danesas contribuyeron decisivamente a la industrialización y al desarrollo económico de Dinamarca, así como a la configuración de valores culturales distintivos del país, como la democracia o la igualdad. Las áreas con más presencia cooperativa en el siglo XIX son las que después presentaban mayores niveles de riqueza en el siglo XX, con un intenso desarrollo de valores democráticos y sentido de comunidad que persiste hasta hoy día, tanto en la economía (a través de grandes cooperativas como la mencionada Arla Foods) como en la cultura danesa, caracterizada por un alto compromiso con la democracia y la libertad individual[9].
En definitiva, ningún estudio de caso del pasado puede ofrecernos la “fórmula mágica” para alcanzar el éxito del cooperativismo hoy día. Cada país y cada momento histórico son únicos y, aunque pueda haber otros con circunstancias similares, siempre habrá diferencias de contexto que obligan a tener cautela en las conclusiones extraídas de cualquier comparación. Pensar que los factores que favorecieron el éxito hace 150 años puedan hacerlo también hoy día es una quimera. Pero el análisis de ejemplos de buen funcionamiento sólidamente consolidados en el tiempo puede dar algunas pistas a la hora de diseñar medidas que fomenten el desarrollo de las cooperativas en la actualidad, contribuyendo al desarrollo económico y la mejora del bienestar. Hay elementos explicativos que son transversales, que son inherentes a la propia naturaleza del ser humano, y que trascienden cualquier límite geográfico o temporal. En el caso aquí analizado se pueden observar algunos de ellos. El éxito de las lecherías cooperativas danesas vino marcado por una combinación de factores internos y externos, de mérito propio y de suerte por un contexto favorable. Hay que fijarse y aprender de los primeros para ver cómo aprovechar mejor los segundos. Por ejemplo, la homogeneidad de intereses de los asociados, pequeños propietarios que necesitaban acceso a la tecnología, información sobre el funcionamiento de los mercados y mayor poder de negociación con la industria agroalimentaria, evitando así los conflictos de intereses internos que podían perjudicar su funcionamiento. Otro seria la educación y la transferencia del conocimiento, ya que es difícil contribuir al buen funcionamiento de una cooperativa si se ignora lo que implica esta forma de acción colectiva, o si no se tiene una formación de base que permita al socio participar activamente y de manera óptima en la gestión y la toma de decisiones. Todo ello, junto a unas buenas “reglas del juego” por parte del Estado, ofrece un espejo al que se puede mirar hoy día para aprender del reflejo del pasado.
1.- https://www.arla.com/company/farmer-owned/history/
2.- Henriksen, I. (1999): Avoiding Lock-in: Cooperative Creameries in Denmark, 1882-1903. European Review of Economic History, 3 (1), 57-78. https://doi.org/10.1017/S1361491699000039
3.- Henriksen, I., Lampe, M. y Sharp, P. (2011). The Role of Technology and Institutions for Growth: Danish Creameries in the Late Nineteenth Century. European Review of Economic History, 15 (3), 475-493. https://doi.org/10.1017/S1361491611000128
4.- Henriksen, I., y O’Rourke, K. H. (2005). Incentives, Technology and the Shift to Year-round Dairying in Late Nineteenth-century Denmark. The Economic History Review, 58 (3), 520-524. https://doi.org/10.1111/j.1468-0289.2005.00312.x
5.- Lampe, M. y Sharp, P. (2019). Accounting for the wealth of Denmark: a case study of Smithian growth using the emergence of modern accounting in Danish dairying. The European Journal of the History of Economic Thought, 26 (4), 659-697. https://doi.org/10.1080/09672567.2019.1634751
6.- O’Rourke, K. (2007a). Property Rights, Politics and Innovation: Creamery Diffusion in Pre-1914 Ireland. European Review of Economic History, 11 (3), 395-417. https://doi.org/10.1017/S1361491607002018 / O’Rourke, K. (2007b). Culture, Conflict and Cooperation: Irish Dairying before the Great War. The Economic Journal, 117 (523), 1357-1379. https://doi.org/10.1111/j.1468-0297.2007.02086.x
7.- Henriksen, I., Hviid, M. y Sharp, P. (2012). Law and Peace: Contracts and the Success of the Danish Dairy Cooperatives. The Journal of Economic History, 72 (1), 197-224. https://doi.org/10.1017/S0022050711002488
8.- Henriksen, I., McLaughlin, E. y Sharp, P. (2015). Contracts and cooperation: the relative failure of the Irish dairy industry in the late nineteenth century reconsidered, European Review of Economic History, 19 (4), 412-431, https://doi.org/10.1093/ereh/hev012
9.- Mordhorst, M. (2013). Arla and Danish national identity – business history as cultural history. Business History, 56(1), 116-133. https://doi.org/10.1080/00076791.2013.818422. Boberg-Fazlic, N., Jensen, P.S., Lampe, M., Sharp, P. y Volmar Skovsgaard, C. (2023). ‘Getting to Denmark’: the role of agricultural elites for development. Journal of Economic Growth, 28, 525-569. https://doi.org/10.1007/s10887-023-09226-8